Hacía ocho años que le habían detectado los primeros síntomas de la atrofia sistémica múltiple (ASM) que padecía, una enfermedad irreversible y mortal....
Tan rara que sólo hay diagnosticados 800 casos en todo el mundo. «Fui consciente de lo que me había tocado cuando lo leí en el libro gordo de medicina que suelo usar», recordaba Cristos en una entrevista.
El hecho de ser médico de profesión y conocer lo grave de la situación que se le venía encima no le desanimó. Eligió la lucha al abandono, la sonrisa a la depresión, y el vigués se enfrentó a su enfermedad con valentía, perseverancia e ingenio. De hecho, sus conocimientos científicos y sus dotes creativas le llevaron a diseñar diversos artilugios que hicieron más llevadera la vida a las personas que sufrían su mismo padecimiento. A través de internet, el médico se convirtió en consejero científico y casi espiritual para los enfermos de ASM en todo el mundo.
De la lucha y de la dignidad con la que Carlos Cristos recorrió el camino hacia la muerte da testimonio la película documental Las alas de la vida, dirigida por Toni Canet y que recientemente emitió TVE. Una narración que, huyendo de la lágrima fácil, presenta a través de las vivencias y las reflexiones de Cristos un verdadero canto a la vida y a la esperanza. Tres largos años de rodaje en los que el director no grabó más que «sinceridad, transparencia y dignidad», como explicó el mismo Canet durante la presentación del documental. Cristos prometía al espectador que iba a hablar de «la vida y de la muerte con una sonrisa» dando ejemplo, con serenidad e ironía, de cómo afrontó su particular drama.
Carlos Cristos dedicó gran parte de su vida a la medicina. Y lo hizo de manera apasionada y solidaria, ejerciendo como médico de familia, acudiendo como voluntario a Ruanda o divulgando su visión humanista de la sanidad a través de la ondas en un espacio de salud de RNE. Cristos también era miembro de honor de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).
El vigués era un hombre especialmente activo, por tierra, mar y aire. Era aficionado al vuelo sin motor, amante de la montaña y patrón de vela. Pero reservaba tiempo para su otra gran pasión: la música. Carlos formó parte de grupos de folklore popular gallego, compuso varias piezas –una de ellas, Chegando a mil, se convirtió en el leitmotif de la banda sonora del mencionado documental– y se especializó en recuperar instrumentos musicales tradicionales. En su irresistible afán solidario, llegó incluso a idear un mecanismo para extraer el petróleo del Prestige.
A ninguna de estas actividades renunció Carlos Cristos mientras sus fuerzas se lo permitieron. Su vida y su muerte representan un ejemplo de coraje y dignidad. Quien mejor lo supo expresar fue él mismo: «No importa que la leña se consuma si al arder da buen fuego».
Carlos Cristos, médico y divulgador científico, nació en Vigo en 1957 y murió en Sa Cabaneta (Mallorca) el 26 de abril de 2008.
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