29 julio 2008

LEOPOLDO DURÁN
El sacerdote amigo de Graham Greene

«La pluma mágica de Greene otorga a un relato prosaico y cruel el suspense ascendente de una tragedia». Así describía el padre Leopoldo Durán uno de los pasajes de Yo acuso, obra de su gran amigo Graham Greene. Analizar la obra del inglés era un ejercicio sencillo para Durán, que conocía al genial escritor en cuerpo (desde su primer encuentro en un hotel londinense allá por 1972), pero sobre todo en alma, tras años estudiando la obra del inglés, siendo testigo directo de muchas de ellas y, sobre todo, compartiendo largos veranos de aventuras y confidencias.
Leopoldo Durán falleció el 10 de abril a la edad de 90 años en su Vigo natal. En 1943 se ordenó sacerdote en Astorga, y se doctoró en Teología por el Angelicum de Roma. También era doctor en Literatura Inglesa por el King’s College de Londres y doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid, donde obtuvo el premio extraordinario de doctorado...



Durán, que estableció su residencia en Inglaterra, dedicó muchos años a estudiar en profundidad la obra de Greene y cómo ésta reflejaba la particular relación del escritor con la Fe. Hubo una ocasión en que el profesor Norman Sherry, biógrafo oficial de Greene, le preguntó directamente a éste si era católico, a lo que el novelista respondió: «Bien, profesor Sherry, me pregunta usted si soy católico, a lo que tengo que responder que, probablemente, no». Diez años después, Greene confesaba nuevamente a su biógrafo: «Espero estar obsesionado con Dios, quiero estar obsesionado por Dios». Es más que probable que el gran responsable de la agitación católica de Graham Greene fuera el padre Durán.
Antes de conocer personalmente al escritor nacido en Berkhampstead (Hertfordshire, Gran Bretaña), Leopoldo Durán había estado trabajando en su tesis doctoral, en la cual estudiaba el perfil teológico de los sacerdotes que aparecían en las novelas de Graham Greene. El interés que suscitó en Graham Greene el acertado análisis de Durán, facilitó el encuentro y la química inicial entre ambos. «Nuestra primera conversación duró seis horas y se podía decir que nos enamoramos el uno del otro hasta la muerte, porque realmente estuve a su lado hasta la última hora de su vida, como él me pidió», recordaba el cura vigués.
De la influencia mutua entre un sacerdote y un «católico agnóstico » –como se autodefinió Greene a la sazón– dejó constancia Durán cuando, en 1994, publicó Graham Greene, amigo y hermano, obra en la que recoge la parte más íntima y desconocida del escritor inglés; ésa que sólo se descubre compartiendo aventuras y confidencias, sobre todo cuando eran regadas por los buenos vinos que a ambos les apasionaba degustar. En tierras gallegas, manchegas o extremeñas, Greene y Durán, Duran y Greene, al más puro estilo de un moderno Don Quijote y su fiel escudero –quién asumió el papel de quién es todavía una incógnita sin desvelar–, encontraban el mejor ambiente para sus interminables charlas acerca de teología, política y literatura. «Cuando viajábamos a España, acostado debajo de un árbol, Graham Greene se sentía más feliz que en el mejor hotel de Nueva York», confesaba el gallego.
En uno de aquellos viajes, alojados en la Posada de Guadalupe (Extremadura), se pudo ver a Leopoldo Durán, en pijama y con el cepillo de dientes en la mano, llamando a la habitación de Greene. Cuando el inglés abrió la puerta y vio al padre Durán de esa guisa preguntó sorprendido: «Leopoldo, ¿qué ocurre, es que no hay agua en tu habitación?», a lo que Durán, muy tranquilo, respondió: «Por supuesto que hay agua y lavabo, lo que no hay es nadie con quien conversar». Así se iba tejiendo una larga amistad que sólo acabaría con la muerte del novelista en 1991 y que inspiró una de las mejores obras de Greene: Monseñor Quixote, dedicada, precisamente, al sacerdote gallego.
Compartiendo su afición por los libros, ambos pretendieron constituir en la localidad gallega de Oseira la biblioteca Graham Greene. Aunque finalmente no pudieron ver cumplido su sueño literario, consiguieron reunir un cuantioso material escrito en diferentes idiomas. Ahora se plantea qué ocurrirá con la biblioteca personal de Leopoldo Durán, teniendo en cuenta además una de las confesiones del orensano, que aseguraba tener guardado a buen recaudo un texto inédito del autor de obras como El tercer hombre, El americano impasible o Nuestro hombre en la Habana, en el que dejó escritos poemas, pensamientos y reflexiones. Si lo hubo, nunca lo dio a conocer, celoso de los secretos de su compañero de viaje.
En sus últimos años, Durán compartió esas andanzas veraniegas con clases y seminarios de Literatura, Teología, Filosofía y Literatura Inglesa en la Universidad Complutense de Madrid.
Entre sus obras más importantes figuran, además de su tesis doctoral sobre el tratamiento del sacerdocio en la obra de su amigo inglés, otras publicaciones relacionadas como Estudio sobre ‘El poder y la gloria’ (1981), Los médicos y Graham Greene (1998) y la ya mencionada Graham Greene, amigo y hermano (1994). Además, publicó numerosos ensayos, artículos periodísticos y ofreció múltiples conferencias.
El padre Durán, perteneciente a una familia humilde de cuatro hermanos, destacó por su fuertes convicciones religiosas –ingresó en un seminario con 14 años– que hizo compatibles con su amor a la literatura y, en particular, a aquellas confidencias estivales con Graham Greene.

Leopoldo Durán, sacerdote y escritor, nació en 1917 en Penedo de Avión (Orense) y falleció en Vigo el 10 de abril de 2008.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Greene y el Padre Durán, Dos Hombres Cabales, Dos Hombres de Bien