04 agosto 2008

STAN WINSTON
El gurú de los efectos especiales

El universo de Stan Winston, maestro de los efectos especiales fallecido el domingo en su casa de Malibú a los 62 años, está habitado por todo tipo de criaturas de otras épocas y lugares. Hay dinosaurios hambrientos, capaces de perseguir hasta la extenuación a todos aquellos incautos que se atrevan a visitar su Parque Jurásico. Hay también un joven, sensible y enamoradizo, pero con dedos cortantes en forma de tijeras que le impiden acariciar a su amada. Se llama Eduardo Manostijeras. Con él también conviven androides de un futuro no muy lejano, los Terminator. Los hay forzudos e irrompibles, con gusto por las gafas de sol, las chupas de cuero y las motos de gran cilindrada. Pero los hay aún más siniestros, capaces de adoptar todo tipo de formas gracias al material semi-líquido del que están hechos. Por allí corretean también un oso de peluche de Inteligencia Artificial e incluso superhéroes de corazas llamativas como Iron Man. Pero, sin duda, las más malvadas de todas son unas criaturas con dobles mandíbulas, saliba corrosiva y aspecto amenazador conocidas como Aliens...



Todos estos inolvidables actores cobraron vida en algún momento bajo la dirección de ilustres de Hollywood como Steven Spielberg, James Cameron o Tim Burton. Con ellos colaboró Stan Winston en las últimas tres décadas, aportando innovación en cada película y dando muestras de sus dotes artísticas con los efectos especiales, visuales y de maquillaje. Winston evolucionó con el cine y viceversa, sobre todo viceversa. El cine se fue entendiendo de manera distinta a medida que Winston introducía en sociedad a sus nuevas criaturas. Así, muchas de las últimas y más aclamadas superproducciones se han nutrido de la creatividad de este maestro de los efectos que hacía verdaderas virguerías con sus marionetas mecanizadas, los Animatronics intérpretes de cartón-piedra dirigidos por control remoto–. De cómo estas marionetas llegaban a sorprender, enternecer y aterrorizar a los espectadores tenían la culpa, casi a partes iguales, la tecnología y la capacidad artística del propio Winston, que siempre daba una vuelta más de tuerca a sus criaturas para ofrecer a sus exigentes directores lo que el guión demandaba. De hecho, Winston siempre reconoció que su éxito no residía tanto en la técnica y los artificios como en las historias y personajes que había detrás.
Se graduó en Bellas Artes por la Universidad de Virginia y, aunque al principio se sintió atraído por la profesión de actor, sus primeras experiencias plásticas en los estudios Disney le despertaron el gusto por la animación y los efectos visuales.
En 2001, Winston obtuvo una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. A lo largo de toda su carrera logró cuatro Oscar: tres bajo la dirección de James Cameron –uno por Alien, el octavo pasajero (1986) y otros dos por Terminator 2: El juicio final (1991)– y uno más por Parque Jurásico (1993) a las ordenes de Steven Spielberg. Éste, que reconocía la importancia que para su carrera tuvo la labor de Winston, recordaba que su mundo no podría haber sido el mismo sin Stan, para quien «nada era imposible».
En una industria cinematográfica que cada vez se apoya más en los efectos especiales, se puede afirmar que toda una generación de diseñadores visuales y especialistas en diseño animatrónico y maquillaje han crecido y aprendido al lado de Winston.
Es el legado de este artista, creador de un universo fantástico al que sólo el cine, y muy de vez en cuando, consiguió asomarse.

Stan Winston, especialista en efectos especiales, nació el 7 de abril de 1946 en Arlington (Virginia, EEUU) y falleció en Malibú (Los Ángeles) el 15 de junio de 2008.


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